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¿Por qué posponemos lo importante? La psicología detrás de la procrastinación PABS®

Hablar de previsión funeraria no es algo que surja en una conversación común. Es un tema que muchas personas prefieren evitar o postergar indefinidamente. Sin embargo, dejarlo para después puede traer consecuencias emocionales, prácticas y financieras que afectan tanto a quien fallece como a quienes quedan atrás.

La procrastinación es más que una costumbre: es un fenómeno psicológico que nos empuja a aplazar decisiones incómodas, incluso cuando sabemos que son necesarias. ¿Por qué sucede esto? ¿Y cómo podemos vencerlo en temas tan delicados como la planificación del final de la vida?

Entender la procrastinación: protegernos de lo emocional

A menudo se piensa que posponer decisiones importantes se debe a la pereza. Pero en realidad, muchas veces lo hacemos como un mecanismo de defensa emocional. Enfrentar temas como la muerte propia o de nuestros seres queridos nos obliga a confrontar una realidad dolorosa: la impermanencia.

Pensar en contratar un plan funerario, organizar documentos legales o simplemente hablar del tema con la familia puede generar ansiedad, incomodidad o tristeza. Ante esas emociones, la mente opta por el camino más fácil: evitar.

El falso alivio de dejarlo para después

Frases como “luego lo veo”, “aún tengo tiempo” o “cuando mejore mi situación económica” son maneras de tranquilizarnos momentáneamente. Sentimos que al postergar ganamos tiempo o nos protegemos del estrés. Sin embargo, este alivio es temporal. La ansiedad regresa cuando una situación inesperada nos confronta con lo que no resolvimos a tiempo.

En el caso de la previsión funeraria, no planear puede llevar a escenarios de caos, gastos excesivos y decisiones difíciles en medio del dolor. Lo que parece un ahorro emocional hoy, puede convertirse en una carga emocional y financiera mañana.

Lo importante no siempre es urgente… hasta que lo es

Una de las grandes trampas de la procrastinación es que nos enfoca solo en lo urgente. Pagos inmediatos, pendientes diarios, problemas del momento… y dejamos lo verdaderamente importante en pausa.

Planear el futuro no genera una recompensa inmediata, pero es lo que más impacto tiene a largo plazo. La previsión funeraria es precisamente eso: una decisión que no resuelve un problema hoy, pero previene una crisis en el momento menos pensado.

Romper el ciclo: cómo empezar

Superar la procrastinación en temas delicados comienza por aceptar que la incomodidad es parte del proceso. Hablar de previsión no tiene que ser sombrío, puede ser una conversación amorosa, responsable y liberadora. Puedes iniciar informándote, comparando opciones, o incluso hablando con tus padres o pareja sobre sus deseos.

Empresas como PABS ofrecen planes accesibles, sin complicaciones, con acompañamiento cálido y profesional desde el primer contacto. No estás solo en este proceso. Contar con un equipo que comprende la sensibilidad del tema hace una gran diferencia.

Prever también es un acto de amor

Tomar decisiones anticipadas no es sinónimo de obsesionarse con el futuro. Al contrario, es una manera de vivir con más ligereza el presente. Cuando sabes que lo esencial ya está previsto, puedes enfocarte en disfrutar, en compartir, en vivir con plenitud.

Contratar un plan funerario, preparar un testamento o dejar instrucciones claras sobre lo que deseas no es pesimista, es profundamente humano. Es una forma de decirle a tu familia: “los amo tanto que no quiero que pasen por esto solos ni desorientados”.